
Jude Law por su parte se limita, la mayor parte del tiempo, a no parecer del todo gilipollas ante la atónita mirada del maestro, y sus escasas aventuras interpretativas a lo largo del film resultan
pueriles e insulsas. Interpreta al joven actor en paro que cae en las maquiavélicas manos de Caine... sin duda no le debió suponer un gran esfuerzo, pues supongo que dada su escasa aptitud, pasará largas temporadas en las colas del INEM.
El factor sorpresa que tan necesario resulta en producciones de esta índole, es inexistente y/o previsible, lo cual convierte la película en un mero trámite hasta el conocido desenlace final que no termina por resultar convincente. Aunque no resulta una total perdida de tiempo el ver La Huella en su versión "Branaghiesta", no podemos evitar caer en las comparaciones y es ahí donde se lleva mas palos que Bruce Willis en el Nakatomi Plaza. Kenneth Branagh acostumbra a destacar por su originalidad travestida en mezquindad, y nos obsequia con un remake que nadie quería ver. Creo que va siendo hora de tomar medidas contra este tipo o de lo contrario es capaz de pedirle a Robert Redford que protagonice una versión moderna de "El Golpe" con Christian Bale (alias la alegría de la huerta) en el papel del difunto Paul Newman. Dos Malos tragos por vano y totalmente prescindible.
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