Lara Croft: Tomb Raider (2001)

La neanderthal de Angelina Jolie dio vida en la gran pantalla a Lara Croft, y como consecuencia de ello, varios millones de freaks a lo largo de todo el planeta fallecieron por explosión testicular.

Personalmente, esta fulana, con andares de granjera me resulta menos sensual y atractiva que Mercedes Milá recién salida de la ducha, y como actriz me provoca un agudo dolor de vientre. Aun así, es una de las más cotizadas del panorama actual, lo cual dice muy poco a favor del cine norteamericano.

El hecho concreto es que la película esta llegó a las salas e incluso un par de años más tarde, una segunda parte.
Resultó ser tan mala la cabrona que no gustó ni a los propios frikis que años atrás soñaban con que la señorita Croft hiciese piruetas sobre su erecto miembro.

Los efectos especiales, como de costumbre, abundan. Pero el presupuesto se lo habían fundido en mantener vigorosas las suculentas tetas de broma de la Jolie, así que el resultado fue lamentable, incluso ridículo.

Una vez aparecen los títulos de crédito finales, lo agradeces tanto que los aplausos surgen sin esfuerzo... emocionado. Tomb Raider tiene categoría cinco en lo que a malos tragos se refiere. Es una hecatombe cinematográfica, un apocalipsis interpretativo y una provocación al buen gusto.